Armenia: 100 motivos para recordar
- Manuel Matti
- 2 may 2018
- 3 Min. de lectura
Actualizado: 3 abr 2024
Se cumple un siglo del genocidio perpetrado por el Imperio Otomano contra el pueblo armenio; aunque el mayor crimen aún continúa: la negación sistemática de su acontecimiento seguida de la justificación de los hechos por parte del Estado Turco.

El 24 de abril es la fecha del recuerdo. Por más doloroso que sea, la memoria debe quedar intacta, ya que el objetivo de ella amerita prevalecer por siempre: que nunca más se vuelva a repetir. Impensado pero real, aún hoy el Estado Turco mantiene una postura que lo lleva a justificar el hecho, al mismo tiempo que llama la atención la indiferencia de algunos observadores que no incitan a que eso se corrija. Con el silencio como mejor arma, el Estado sucesor en 1923 del Imperio Otomano y presidido por Recep Tayyip Erdoğan, continúa negando que haya habido un exterminio sistemático de un grupo humano por motivos de raza, religión o política. ¿Sus argumentos? Que los muertos son el desencadenante de un conflicto entre comunidades, que la deportación sufrida por el pueblo armenio se debe entender dentro del contexto de una necesidad militar en tiempos de guerra, que eran funcionales a la Rusia zarista…
El 13 de abril el Secretario General de la ONU, Ban ki-moon, calificó el hecho de “crimen atroz”; pero quien con su declaración supo mostrar el verdadero estándar de lo que aconteció hace 100 años fue el Papa Francisco, que se refirió a la masacre como el “primer genocidio del siglo XX”. La respuesta de Ankara no se hizo esperar. Erdoğan y su ministro de Asuntos Europeos Volkan Bozkir -entre otros- salieron con toda su elegancia diplomática a apagar el fuego que se avecinaba. Por su parte, el Presidente turco condenó al Sumo Pontífice por hablar de “genocidio”, al mismo tiempo que le advirtió que “no vuelva a cometer ese error”. Mientras que Bozkir supo ir más allá y declaró: “Es argentino y encuentro necesario recordarles que Argentina es un país que recibió con brazos abiertos a los principales ejecutores del holocausto judío, los torturadores nazi. Creo que el Papa actuó bajo la influencia de su ciudadanía argentina en lugar de la identidad transnacional”.
Quizás Bozkir se olvida que fue durante la Primera Guerra Mundial, momento en que el Imperio Otomano se encontraba bajo control alemán, cuando miles de oficiales que respondían al Káiser Guillermo II asistieron directamente -cuando no participaron- a la liquidación de los cristianos otomanos o que los nazis supieron inspirarse en los nacionalistas turcos. Por su parte la Unión Europea no omitió opinión y respaldó al Papa, reconociendo mediante una resolución el genocidio y elogiando el mensaje de Su Santidad; al mismo tiempo que propone la creación de una jornada europea de la memoria, sentenciando todo tipo de negacionismo por parte del Estado turco.
La historia siempre será una, pero vale la pena repasarla. El pueblo armenio sufrió matanzas desde tiempos inmemorables, nosotros le daremos comienzo el 28 de octubre de 1914, momento en que el Imperio Otomano -por entonces su capital era Constantinopla-se alió a las potencias centrales: Alemania, Austria-Hungría e Italia. La contienda bélica motivó a personajes como Enver Pachá (1881-1922) -ministro de Guerra otomano-a desatar un combate por la recuperación del Cáucaso del Sur en manos de los rusos. Circunstancia en que se produjo un enfrentamiento bisagra: la derrota en la batalla de Sarikamis por parte de Constantinopla. Pachá decidió echar la responsabilidad de la caída de su ejército al pueblo armenio, quitándoles sus armas a los soldados de esa comunidad y enviándolos a “batallones de trabajo” a los que no sobrevivieron.
Un comunicado del ministro del Interior Talaat Pasha el 15 de abril de 1915 delineó el camino que se dibujaría para el pueblo armenio en los próximos días: “…Para proteger nuestro país, nuestra nación, nuestro gobierno y nuestra religión contra la posibilidad de tal peligro (…), y aprovechando las facilidades que nos brinda el Estado de guerra, hemos decidido acabar con esa cuestión de una vez por todas deportando a los armenios a los desiertos de Arabia, exterminando ese elemento espurio…”. De ésta manera se abrió el camino para que en la noche del 24 al 25 de abril aconteciera el arresto y la ejecución de las elites intelectuales armenias, dando comienzo a años de deportaciones y asesinatos. Si bien las cifras varían, fueron alrededor de 1.300.000 de personas las que sucumbieron en las masacres, el agotamiento en las rutas señalizadas para su destierro o al hambre y las enfermedades en los campos de refugiados.
Armenia: 100 motivos para recordar
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