Historia | Un mundo financiado: se fortalecen en Europa las extremas derecha e izquierda
- Manuel Matti
- 10 may 2018
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 3 abr 2024
Alexis Tsipras, Pablo Iglesias y Marine Le Pen son las caras visibles de partidos políticos que han revivido luego del derrame de créditos subprime que “empetrolaron” a consumidores incapaces de afrontar sus deudas.

El paraíso de la especulación volvió a mostrar su peor cara: la crisis “subprime” en el 2007 que devino troika” -el Banco Central Europeo, la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional-, la cual se transformó en la custodia de los poderes públicos haciendo más frágiles aún los destinos de pueblos como el de Grecia, Portugal, Irlanda, Chipre, España, entre muchos otros países.
en el seísmo bursátil de 2008. En un mundo globalizado la desregulación y la incapacidad de ahorrar por parte de los ciudadanos generó “un escenario de papel” en donde se promulgó el endeudamiento de los asalariados otorgando créditos infinitos. De esta manera se fue gestando la explosión de una burbuja inmobiliaria que aún hoy desestabiliza naciones. En cada país varían las causas de inestabilidad, aunque acrecentadas luego de que la deuda privada fue transferida hacia una deuda soberana -momento en que los Estados deciden, alentando un mal menor, tomar préstamos para salvar a los bancos-.
En enero de 1999 se creó una unión monetaria denominada Eurozona, que adoptó el euro como moneda oficial y está conformada por un conjunto de estados que pueden o no ser parte de la Unión Europea. La autoridad monetaria que controla a los 17 Estados que están integrados a la Eurozona es el Eurosistema, el cual posee una de las mayores reservas del mundo. La característica primordial por la que se crea una unión monetaria es que al compartir una misma moneda la política monetaria sea única para todas las regiones en la que circula esa moneda, bajo la tutela de una autoridad que englobe a todos los estados miembros y, de esta manera, pueda controlar la liquidez del sistema.
Las preocupaciones se intensificaron a principios de 2010 y posteriormente, condujeron a los ministros de finanzas europeos el 9 de mayo de ese mismo año a aprobar un paquete de rescate de 750.000 millones de euros dirigido a asegurar la estabilidad financiera en Europa mediante la creación de un Fondo Europeo de Estabilidad Financiera(FEEF). Esta entidad jurídica, aprobada por los 27 miembros de la Unión Europea, tiene como objetivo primordial preservar la estabilidad financiera en el continente otorgando ayuda financiera a estados de la Eurozona que se encuentren en una situación de crisis económica, la recapitalización de bancos o la compra de la deuda soberana.
En octubre de 2011 y febrero de 2012, los líderes de la eurozona acordaron más medidas diseñadas para prevenir el colapso de la economía de sus miembros. Estas incluyeron un acuerdo por el que los bancos aceptaban una quita del 53.5% de la deuda griega -Estado que pasó a integrar la zona euro en 2001- que se le debía a acreedores privados, el aumento del FEEF hasta un importe superior al millardo de euros, y el requerimiento a los bancos europeos de alcanzar un 9% de descapitalización.
De un contexto en donde el 30% de la población griega vive bajo el umbral de la pobreza, un joven de cada dos está desocupado y, entre otros imponderables, el 40% de los ciudadanos pasó un invierno sin calefacción, surge Syriza. Haciéndose con el poder después de las elecciones del 25 de enero de 2015, esta coalición de partidos de izquierda radical opuestas a las políticas dictadas por la “troika” busca reflotar al Estado. Su líder, el ingeniero Alexis Tsipras, debe afrontar una deuda helena que alcanza la suma sideral de 320.000 millones de euros -más del 175% del PBI-. Dos semanas antes de triunfar en los comicios, Tsipras propuso al pueblo alemán “crear un New Deal europeo”. Hay una realidad, y es que la crisis revivió tanto las políticas implementadas por Franklin D. Roosvelt en 1933 como un keynesianismo que de a poco se vuelve a olvidar.
El Estado Griego “se encuentra en bancarrota, con una economía estancada y sometida a la fuga de capitales. Necesita un préstamo-puente para financiar algunas de sus políticas públicas, pero sin las condiciones que supone el rescate financiero ideado por la troika y el Eurogrupo (que reúne a los ministros de finanzas). Alexis Tsipras está buscando otro camino, que le otorgue algo de respiro y no mate a su “gallina de los huevos de oro”: su electorado y su economía. Lejos de la realpolitik, intentará poner a prueba las expectativas antiausteridad de sus representados con la inflexibilidad de las `reglas europeas´. La pulseada no es menor y sentará jurisprudencia”, analiza el sociólogo Esteban de Gori en una nota publicada en Le Monde Diplomatique en marzo de 2015.
La península Ibérica también tiembla. Portugal cuenta con una deuda que supera el 123% de su PBI, mientras que España la posee por más del 93% del mismo. Dentro de este contexto de crisis, el pueblo español vio nacer en enero de 2014 al partido político de izquierda “Podemos” -liderado por Pablo Iglesias Turrión-. Éste surge como consecuencia de las bases del Movimiento 15-M, más conocido como “indignados”, que se manifestaba en contra del sistema establecido, la corrupción política, la falsa representación de los partidos y en contra de los bancos -ya que consideraban que los habían manipulado-. Con el eslogan: “El pueblo unido, no necesita partidos”, se presentaba como un movimiento apartidista, pacífico, horizontal y transparente.
En contra de un sistema global que el capitalismo se encargó de desarmar mediante la especulación, Podemos detecta dos claros enemigos: lo que llaman la “Europa alemana” y las elites bautizadas como “la casta”. El primero tiene su nacimiento en una Alemania que luego de la Segunda Guerra Mundial supo convertirse en la locomotora de la Unión Europea; cautelosa en lo fiscal, estableciendo una economía fuerte, sólida y dinámica -cuando estalló la crisis fue la que más resistió los fondos-. Por parte del pueblo alemán se ve a España como un país de ociosos y corruptos; tanto sus bancos como políticos insisten en destacar que el honesto trabajador teutón está pagando la factura de la fiesta y el despilfarro español, por lo que piden que estos sean totalmente austeros hasta que les devuelvan lo que les deben. Frente a este contexto, Madrid explica que tanto la clase media como los trabajadores no han vivido por encima de sus posibilidades y que los bancos y políticos alemanes contribuyeron a sus desgracias, ya que en menos de una década el precio de la vivienda aumentó en más de un 200% -mientras que los sueldos siguieron siendo unos de los más bajos de toda Europa por la ambición desmedida de Alemania que prestó sin fin a los bancos españoles, quienes especularon con los precios y devolvieron elevados intereses a los ahorradores alemanes-.
El segundo enemigo se yergue en una España donde una gran cantidad de ciudadanos ha perdido sus viviendas o tiene hipotecas a pagar en 50 años, donde la deuda privada de la banca se transformó en pública y donde las políticas de ajuste descansan en la disminución del presupuesto de educación, el aumento de la carga impositiva y la disminución o cancelación de subsidios destinados a ayuda social y a las pequeñas empresas. Con una corrupción a la orden del día, en un comunicado de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria se muestra cómo cerca de 2 mil casos están siendo actualmente investigados por la Justicia -dentro de los cuales se encuentran vinculados al menos 500 funcionarios, con un costo para el Estado de 40.000 millones de euros por año-.
Cinco meses después de nacer en 2014, Podemos obtenía el 8% de los votos en las elecciones europeas. Hoy, las encuestas muestran que la agrupación que en cuyo seno fundador se encuentran militantes de extrema izquierda surgidos de la formación Izquierda Anticapitalista se haría con el poder, destronando al bipartidismo reinante entre el Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español. ¿La propuesta de Podemos una vez en el poder? “Asamblea Constituyente, reforma fiscal, reestructuración de la deuda, baja de la edad de jubilación a 65 años, implementación de las 35 horas, referéndum acerca de la monarquía, recuperación de la industria, recuperación de las prerrogativas soberanas del Estado concedidas a Bruselas, autodeterminación de las regiones españolas…”, explica Renaud Lambert –jefe de redacción adjunto de Le Monde Diplomatique, París-.
Por su parte Francia, si bien fue uno de los países que menor impacto recibió luego de la crisis subprime, está estancada y no logra reactivar su economía. Dentro de un escenario donde se puede atisbar un 2,8 millones de desempleados -un 10,2% de la población activa del país galo se encontraba sin empleo en el segundo trimestre de 2014-, un deterioro del nivel de vida que genera rechazo hacia las instituciones de la Unión Europea (UE) -sólo un 40% de los ciudadanos consideraba positiva la pertenencia a la UE- y gobernados por el presidente con el nivel de popularidad más bajo en la historia de la V República -entra en vigor en 1958 momento en que la guerra de Argelia devuelve a De Gaulle al poder; fortaleciéndose con una nueva Constitución el 4 de octubre- es que el Frente Nacional (FN), partido de ultraderecha, gana terreno.
El FN nació en 1972 y fue presidido por Jean-Marie Le Pen hasta que en 2011 lo sustituye su hija Marine Le Pen -quien se encuentra actualmente en el cargo-. Si bien su número de afiliados no cesó de crecer -de 30 mil en 1988 a 74 mil en 2013-, Marine realizó movimientos ideológicos con respecto a los que su padre solía levantar. Jean-Marie admiró las políticas desplegadas por Ronald Reagan -Presidente norteamericano de 1981 a 1989-, se posicionó como defensor de la libre empresa, denunciando el “estatismo” y el “fiscalismo”, al mismo tiempo que hablaba de llevar a 20% la tasa impositiva de la franja de ingresos más alta y de volver a una edad jubilatoria de 65 años; mientras que su hija mencionó en 2012 luchar por un “Estado fuerte que controle la actividad financiera y la especulación”, que no tema la “nacionalización, parcial o temporaria, de los bancos de depósito en dificultades” y una tasa impositiva al 46%, prometiendo trasladar progresivamente la edad jubilatoria a 60 años.
Este partido de ultraderecha que se revitalizó con la crisis que envuelve a Europa busca renovar el país manejando ideales determinantes. Propone: la “reducción de la inmigración legal de 200 mil a 10 mil ingresos por año”; la “supresión del derecho al suelo” -Marine considera que las empresas deben a iguales competencias, dar preferencia a personas que tengan nacionalidad francesa, aplicando la misma lógica para la vivienda social-; las asignaciones familiares se reservarían únicamente a las familias en las que al menos uno de los padres sea francés o europeo; atacan a la “mundialización” -estableciéndola como una alianza entre el consumismo y el materialismo para sacar al Hombre de la Historia-; referéndum para que se vote entre la cadena perpetua “real” y la pena de muerte, y para el abandono del euro; se opone al FMI, Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio; control de las fronteras ya que “la política de defensa debe estar a la altura de nuestra ambición nacional e internacional”…
Un mundo que se encontraba financiado entró en crisis. Para salir de ella se necesitan líderes, e incluso así, no todos son capaces de lograr salvar a un pueblo hundido. Vale sólo recordar a Herbert Hoover -Presidente norteamericano durante el crack de 1929 hasta la llegada de Franklin D. Roosevelt en 1933- quien se ganó la fama de déspota, llegando a llamarse “Hoovervilles” a los barrios marginales. ¿Quién pagará los platos rotos? Sólo el tiempo lo mostrará. Nacen en épocas de crisis respuestas extremas para solucionar una situación que tiene un margen de maniobra minúscula. Syriza ya está en el poder, mientras que Podemos y el Frente Nacional buscan estarlo. Sus propuestas son determinantes, al mismo tiempo que reflejan que ya no hay quien desee salvar al mundo, sino que el objetivo dentro de esta crisis es salvar a su país. Historia | Un mundo financiado: se fortalecen en Europa las extremas derecha e izquierda
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